El verano (y también el invierno, porque ¿quién no come helado todo el año?) merece ser celebrado con algo más emocionante que las típicas bolas industriales. Hoy te propongo un helado de café con yema casero, una receta tan cremosa, intensa y adictiva que no querrás volver a comprar uno de supermercado. Y como la vida ya es bastante complicada, lo vamos a hacer en Thermomix, que para eso está: para ponértelo fácil sin sacrificar ni un ápice de sabor.
Este helado casero combina la potencia aromática del café, la suavidad de la yema de huevo y una textura cremosa que te hará cerrar los ojos de placer en cada cucharada. Ideal para impresionar en una cena, darte un caprichazo a media tarde o montar una merienda épica. Y además, preparado sin dramas ni ingredientes imposibles.
300 ml de leche entera
200 ml de nata para montar
4 yemas de huevo
100 g de azúcar
2 cucharaditas de café soluble (o 100 ml de espresso bien fuerte)
1 cucharadita de extracto de vainilla (opcional pero recomendable)
Lo primero es poner en marcha la magia. Vierte la leche y la nata en el vaso de tu Thermomix y programa para calentar (sin llegar a hervir, importantísimo). Añade el café soluble y deja que se disuelva completamente. Si eres del equipo espresso, añade 100 ml de un buen café fuerte para un chute de aroma espectacular.
En Thermomix:
5 minutos, 90 °C, velocidad 2.
El objetivo es que los sabores se integren bien, sin que llegue a hervir para no estropear la textura final.
Mientras se calienta la mezcla, bate las yemas con el azúcar hasta obtener una crema blanquecina y esponjosa. Esto es lo que dará al helado su textura rica y untuosa.
¿En Thermomix? Más fácil imposible:
Mariposa puesta.
2 minutos, velocidad 3,5.
Ahora viene el truco de abuelo repostero: hay que templar las yemas. Añade poco a poco la mezcla caliente de leche y nata sobre las yemas batidas, sin dejar de remover. Luego, vuelve a ponerlo todo en el vaso del Thermomix y cocina para que espese ligeramente, pero ¡sin que llegue a hervir! Lo que se busca es la famosa textura “a la rosa” (cuando la crema cubre el dorso de una cuchara y puedes trazar una línea).
En Thermomix:
8 minutos, 85 °C, velocidad 2.
Al terminar, añade el extracto de vainilla si decides usarlo. No es obligatorio, pero redondea el sabor de una forma escandalosa.
Retira la crema del vaso y deja que se enfríe a temperatura ambiente. Luego pásala a la nevera hasta que esté bien fría (mínimo 4 horas, aunque de un día para otro está mejor).
A partir de aquí tienes dos caminos:
Si tienes heladera, vierte la mezcla fría y sigue las instrucciones de tu máquina.
Si no tienes, métela en un recipiente plano en el congelador y remueve vigorosamente cada 30 minutos para romper los cristales de hielo, hasta que esté cremosa (unas 3-4 horas).
Varía la intensidad: Usa café descafeinado si prefieres un postre más suave o combina mitad café soluble y mitad espresso para un sabor más redondo.
Potencia el sabor: Añadir una pizca de canela o cardamomo al calentar la leche puede darle un toque exótico irresistible.
Un toque de licor: Un chorrito de licor de café o amaretto en la mezcla fría antes de congelar es opcional, pero absolutamente glorioso.
Textura perfecta: Si quieres un helado todavía más cremoso, puedes añadir una cucharadita de miel cuando mezcles la leche con las yemas.
Con este helado de café con yema, no solo te vas a ganar el cielo gastronómico, sino también las reverencias de tus invitados. Y todo gracias a tu Thermomix, a tu buen gusto y, admitámoslo, a tus ganas de disfrutar de la vida como se merece.
¿Te animas a probarlo y a contarme cuál es tu topping favorito para coronarlo? ¡Yo apuesto por unas virutas de chocolate negro y una pizca de sal en escamas!
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