¿Quién dijo que un postre de alta repostería solo se puede hacer con horno y mil utensilios? Hoy rompemos esa creencia con una receta que es puro lujo en cucharadas: crème brûlée en freidora de aire. Sí, como lo oyes. Sin baño María, sin complicaciones y con el mismo resultado sedoso, aromático y con su costra de azúcar crujiente que suena a gloria al romperla con la cuchara.
Este clásico francés de textura cremosa y sabor suave a nata y vainilla, se adapta perfectamente al mundo de la airfryer, y no solo mantiene su elegancia, sino que gana en practicidad. Ideal para lucirte en una cena especial, sorprender a alguien (o a ti mismo) o simplemente darte un capricho dulce sin morir en el intento.
Crème brûlée en freidora de aire – airfryer
🥛 500 ml de nata para montar (mínimo 35% M.G.)
🥚 5 yemas de huevo
🍚 80 g de azúcar blanco (más extra para caramelizar)
🌿 1 vaina de vainilla o 1 cucharadita de extracto
🧂 Una pizca de sal (opcional, pero potencia los sabores)
Freidora de aire (airfryer)
Moldes de barro o ramequines (aptos para horno)
Batidor de mano (mejor que uno eléctrico, por la suavidad)
Soplete de cocina 🔥
Colador fino (opcional, pero mejora la textura final)
En un cazo, calienta la nata con la vainilla. Si usas vaina, ábrela y raspa las semillas antes de añadirlas al cazo. No debe hervir, solo calentar hasta que empiece a humear. Retira del fuego y deja reposar 5 minutos para que los aromas se impregnen.
En un bol grande, bate las yemas con el azúcar suavemente. No queremos incorporar aire, así que evita espumar. Añade poco a poco la nata infusionada mientras remueves constantemente para evitar que las yemas se cuajen.
Si quieres una textura extra fina, pasa la mezcla por un colador fino. Reparte el líquido resultante en los ramequines, llenándolos casi hasta el borde.
Precalienta la airfryer a 140 ºC durante 3 a 5 minutos. Coloca los ramequines en la cesta con espacio entre ellos (mejor en dos tandas si no caben bien). Cocina entre 25 y 35 minutos, según el tamaño de los moldes y el modelo de tu freidora.
Truco de chef: Están listas cuando al mover el ramequín el centro tiembla como un flan, pero no está líquido.
Deja que se enfríen a temperatura ambiente, y luego mételos en la nevera al menos 2 horas. Lo ideal es dejarlos toda la noche: el sabor mejora y la textura se asienta.
Justo antes de servir, espolvorea 1 cucharadita de azúcar por encima de cada molde y caramelízala con un soplete de cocina hasta que quede dorada y crujiente.
Ese primer crack con la cuchara es media receta. El resto es cerrar los ojos y disfrutar.
Porque no necesitas horno ni baño María.
Porque ahorras tiempo y energía.
Porque el resultado es igual o mejor que el tradicional.
Porque puedes hacerla con antelación y tener el postre resuelto.
Y porque queda tan bonita y rica, que parece comprada en pastelería francesa.
Además, puedes personalizarla con ralladura de naranja, un toque de licor o incluso cambiar la nata por leche vegetal (aunque la textura será menos untuosa).
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