¡Atención, fans de la freidora de aire, los postres fáciles y los antojos dulces de última hora! Hoy vengo con una receta que lo tiene todo: textura crujiente, cremosidad brutal y un nivel de dificultad tan bajo que podrías hacerla con una mano mientras ves tu serie favorita. Se trata de una tarta de queso fresca cocinada íntegramente en la freidora de aire, sin horno y sin dramas.
Sí, has leído bien: una cheesecake ligera, doradita y perfecta, sin necesidad de encender el horno ni montar castillos de merengue. Ideal para quienes quieren un postre resultón con cero complicaciones, pero con todo el sabor de una tarta profesional.
Tarta de queso crema con base crujiente en freidora de aire – airfryer
🍪 100 g de galletas tipo María o Digestive
🧈 40-50 g de mantequilla derretida
🧀 300 g de queso crema tipo Philadelphia
🥛 100 ml de nata para montar
🥚 1 huevo
🍬 70 g de azúcar
🍦 1 cucharadita de esencia de vainilla
Empieza triturando las galletas hasta dejarlas como polvo de hadas. Puedes usar un robot de cocina o meterlas en una bolsa y darles caña con un rodillo. Mézclalas con la mantequilla derretida hasta conseguir una textura arenosa, como la de la arena mojada en la playa. Esa será tu base crujiente y soñada.
Vierte esta mezcla en un molde que entre bien en tu freidora de aire (los de 15-16 cm suelen funcionar). Presiona con una cuchara o el fondo de un vaso para que quede bien compacta. Mételo en la air fryer a 150 ºC durante 5 minutos. Esto le dará ese toque crujiente que eleva cualquier base de tarta.
En un bol, bate el queso crema con el azúcar hasta que quede cremoso y sin grumos. Añade el huevo, la nata y la vainilla, y sigue batiendo con mimo. No queremos batir en exceso para que no entre demasiado aire, pero sí conseguir una mezcla uniforme y sedosa.
Vierte la mezcla sobre la base ya horneada. Cubre el molde con papel de aluminio (o papel Albal, como dice tu abuela) para evitar que se dore de más por arriba. Cocina en la freidora de aire a 150 ºC durante 25-30 minutos. El centro debe quedar un pelín tembloroso, como si estuviera dudando de su propia perfección.
Saca la tarta y déjala enfriar a temperatura ambiente. Luego, métela en la nevera durante al menos 4 horas, aunque lo ideal es dejarla toda la noche para que se asiente bien y gane en textura y sabor.
Aquí viene la parte creativa: puedes coronarla con mermelada de frutos rojos, un puñado de frambuesas frescas, virutas de chocolate, o incluso un chorrito de caramelo salado. Las posibilidades son infinitas, y el resultado siempre será un éxito.
Porque no necesitas horno. Perfecta para pisos sin horno o veranos infernales.
Porque es más ligera, pero no menos sabrosa.
Porque se hace en menos de una hora (más el reposo), y eso en el mundo de las tartas de queso es casi un milagro.
Porque es personalizable hasta el infinito: puedes cambiar la galleta, añadir limón, mezclar frutas… lo que se te ocurra.
Además, al cocinarla en la freidora de aire, consigues ese equilibrio ideal entre una base crujiente y un centro ultra cremoso, sin correr el riesgo de que se agriete o se reseque como ocurre a veces en el horno tradicional.
NOTA: RECETAS INTERESANTES PARA ESTE NUEVO AÑO... Seguro que también os interesan estas recetas