Cuando el calor aprieta y las ganas de meterse en la cocina escasean, las pechugas de pollo se convierten en esa tabla de salvación culinaria que nunca falla. Son versátiles, magras, se cocinan en un suspiro y admiten todos los sabores que les quieras poner encima. Pero si a eso le sumas una freidora de aire, que cocina sin casi aceite y sin calentar la cocina, lo que tienes es un plato ganador.
Hoy le damos una vuelta al clásico pollo al horno con una receta mediterránea, refrescante y ligera. Las hierbas aromáticas, el limón, el vino blanco y un buen aceite de oliva virgen extra se combinan para dar a las pechugas un sabor profundo y vibrante, con muy poco esfuerzo. Y lo mejor: quedan jugosas por dentro, doradas por fuera y listas en media hora. Que tiemble el horno: la freidora de aire ha venido a destronarlo.
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Pechugas llenas de sabor, sin apenas grasa, en tiempo récord
🍗 550 g de pechugas de pollo (pueden ser enteras o en mitades)
🌿 3 ramitas de romero seco
🌿 1 y 1/2 cucharadita de orégano seco
🧄 6 dientes de ajo, pelados y picados en láminas
🍋 Ralladura de 1 limón grande
🍋 Zumo de medio limón (unas 2 cucharadas)
🍷 3/4 de vaso de vino blanco seco (unos 120 ml)
🫒 50 ml de aceite de oliva virgen extra
🧂 Sal al gusto
⚫ Pimienta negra recién molida
(opcional) 🧅 1 chalota en láminas para añadir dulzor y aroma
(opcional) 🥔 Patatas baby o boniato en cubos, si quieres guarnición en el mismo cocinado
En un bol grande mezcla el vino blanco, el aceite de oliva, el zumo y ralladura de limón, el orégano, el romero, el ajo picado, sal y pimienta. Si te gusta experimentar, puedes añadir una cucharadita de mostaza antigua o de miel para aportar un matiz dulce y equilibrar la acidez del limón.
Limpia las pechugas de pollo quitando restos de grasa o piel, y colócalas en la mezcla. Déjalas macerar entre 15 y 30 minutos. Si tienes más tiempo, guárdalas en la nevera durante 2-3 horas: el sabor se potencia y la textura mejora.
Precalienta la freidora de aire a 180 °C durante 5 minutos. Mientras, puedes cortar unas patatas baby con piel en cuartos, salpimentarlas y mezclarlas con un poco de la marinada restante. Así se cocinan junto al pollo y te ahorras preparar una guarnición aparte.
Coloca las pechugas escurridas (pero no secas) en la cesta de la airfryer, intentando que no se monten unas sobre otras. Si haces patatas, colócalas alrededor. Puedes añadir algunas láminas de chalota o un diente de ajo entero machacado para intensificar el aroma.
Cocina a 180 °C durante 12-14 minutos, dependiendo del grosor de las pechugas. A la mitad del tiempo, dales la vuelta y rocía con un poco más de jugo de la marinada. Si las pechugas son muy gruesas, puedes añadir 2-3 minutos más, pero sin pasarte: lo ideal es que estén doradas por fuera y jugosas por dentro (la temperatura interna debe ser de 74 °C).
Mientras el pollo se cocina, puedes reducir en una sartén el jugo sobrante de la marinada hasta que espese ligeramente. Al servir, vierte un poco por encima de las pechugas calientes: esto multiplica el sabor y te hace parecer un chef aunque solo hayas usado un botón.
Macerar es clave: Aunque sea solo 15 minutos, el marinado ablanda las fibras del pollo y le da una profundidad de sabor brutal.
No lo cocines de más: La pechuga es traicionera si te pasas. Mejor usar termómetro si puedes, o estar pendiente del color.
Añade un toque dulce si te gusta contrastar: Miel, sirope de agave o un poco de cebolla caramelizada pueden convertirlo en plato estrella.
Varía con hierbas frescas: Si tienes albahaca, perejil o tomillo fresco, espolvorea al final y gana puntos aromáticos sin esfuerzo.
Acompaña con estilo: Sirve con couscous, arroz integral, puré de boniato o una ensalada de rúcula y tomate cherry.
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