Hoy le damos un giro dulce con una receta que es puro amor: una tarta de yogur griego suave, jugosa y lista en menos de una hora. Con solo cinco ingredientes y cero complicaciones, esta maravilla se prepara sin horno, sin base de galleta y sin necesidad de ser un genio de la repostería.
Lo mejor de todo: no lleva harinas refinadas, se hace en un molde directo a la airfryer que tengas por casa) y, si no te pasas de azúcar, puede pasar casi por desayuno. ¿Y qué me dices del efecto wow cuando dices que la has hecho en la freidora de aire? Exacto: cara de sorpresa asegurada.
Para esta receta solo necesitas una licuadora o batidora de mano, un molde que quepa en tu airfryer (ideal uno de 15-16 cm) y los siguientes ingredientes:
500 g de yogur griego natural (el que tiene textura cremosa y corazón sano)
3 huevos grandes
40 g de maizena (sí, maicena, la del armario de la abuela)
85 g de azúcar (puedes bajarlo si el yogur ya viene algo dulce)
Un chorrito de esencia de vainilla (que parezca poco, pero se note)
Opcional, pero recomendable:
Ralladura de limón o naranja para darle un toque cítrico
Frutos rojos o mermelada para decorar (después del horneado, claro)
Precalienta tu freidora de aire a 140 °C durante unos minutos y engrasa ligeramente el molde con mantequilla o spray desmoldante. No te saltes este paso, o desmoldar será un drama.
En el vaso de una batidora de mano, añade todos los ingredientes: yogur, huevos, azúcar, maizena y vainilla. Lo importante aquí es no mover la batidora demasiado, para evitar que entre aire y luego la tarta se infle y se hunda como tus expectativas en la dieta.
Cuando esté todo bien integrado, vierte la mezcla en el molde y alísala con una espátula. Nada de complicaciones, como si fuera un bizcocho de toda la vida.
Coloca el molde en la cesta de la freidora de aire y hornea a 140 °C durante 30 minutos. A los 25 minutos, echa un ojo: si ves que sigue muy pálida, sube a 160 °C los últimos 5 minutos para lograr ese dorado tentador.
Saca el molde con cuidado (ojo que quema) y deja enfriar completamente. Sí, completamente. Si puedes aguantar, lo ideal es meterla en la nevera unas horas: la textura cambia y mejora una barbaridad.
Esta tarta es la típica que parece “meh” recién hecha pero mejora muchísimo tras unas horas en frío. Al día siguiente está perfecta.
Puedes sustituir el azúcar por eritritol o tu edulcorante de confianza si quieres una versión más ligera.
¿Tienes yogures de sabores abandonados en la nevera? Haz una versión experimental con yogur de coco o fresa. No prometemos nada, pero la ciencia pastelera vive de la prueba-error.
Va genial como postre con fruta fresca encima o un toque de miel. Y si quieres volverte loco, acompáñala de un coulis de frutos rojos (queda muy pro y se hace en 10 minutos).
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