Nada dice “fin de semana” como unos churros recién hechos acompañados de una taza de chocolate caliente. Pero entre el aceite humeante, el olor a fritanga y el desastre post-cocina, mucha gente termina por rendirse. Afortunadamente, existe un truco de cocina moderna que convierte esta delicia en algo mucho más accesible: la freidora de aire. Sí, has leído bien. Puedes hacer churros dorados, crujientes y sin freír en casa —sin Thermomix, sin complicaciones y sin ensuciar media encimera.
Tanto si eliges la versión exprés con churros congelados como si te animas a preparar tu propia masa en 10 minutos, vas a obtener un desayuno (o merienda) con sabor tradicional y aspecto de cafetería de barrio. Con una textura crujiente por fuera y tierna por dentro, y sin el atracón de aceite que arruina la experiencia postchurro.
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6 churros congelados 🧊
1 cucharada de aceite de oliva virgen extra 🫒
Azúcar blanquilla para rebozar 🍚
350 ml de agua 💧
4 g de sal 🧂
250 g de harina de fuerza 🌾 (mejor tamizada)
1 cucharada de aceite de oliva virgen extra 🫒 (para pincelar)
Azúcar blanquilla para espolvorear 🍚
Opcional pero muy recomendable: chocolate espeso para mojar 🍫
Precalienta tu freidora de aire a 200 °C durante 3 minutos.
Mientras, pincela ligeramente los churros congelados con aceite de oliva virgen extra.
Colócalos en la cesta sin apilar ni superponer (así el aire circula bien).
Cocina a 200 °C durante 10 minutos, dándoles la vuelta cuando falten 3 minutos.
Al sacarlos, pásalos por azúcar y sírvelos inmediatamente. Si tienes chocolate, ya estás ganando.
👉 Consejo: si te gustan más oscuros y crujientes, añade 2 minutitos al final.
En un cazo, calienta el agua con la sal a fuego medio hasta que empiece a hervir.
Retira del fuego y añade de golpe toda la harina tamizada. Remueve con una cuchara de madera hasta que la masa esté compacta, lisa y sin grumos.
Deja templar 5 minutos y carga una manga pastelera con boquilla rizada (o una churrera, si tienes).
Sobre una bandeja o papel de horno, forma 6 churros con forma de bastón o espiral.
Pincélalos con aceite para que se doren bien.
Precalienta la freidora de aire a 200 °C. Introduce los churros en la cesta y cocina durante 12–14 minutos, dándoles la vuelta a la mitad.
Sácalos, rebózalos en azúcar mientras estén calientes y sirve sin vergüenza.
Adiós fritanga: sin litros de aceite, sin olores que se quedan tres días.
Textura perfecta sin calorías extra: dorados, ligeros y muy crujientes.
Cero lío: limpiar la freidora de aire es infinitamente más fácil que una sartén grasienta.
Resultado sorprendente: nadie notará que no están fritos.
Y si los haces caseros, puedes incluso darles tu toque: añadir canela al azúcar, usar harina integral o hacer mini churros rellenos (¡sí, eso también funciona!).
La freidora de aire ha democratizado el placer de desayunar churros sin el show de la sartén ni la resaca aceitosa. Tanto si usas churros congelados como si te animas a preparar la masa en casa, el resultado es tan bueno que puedes repetir cada fin de semana sin remordimientos.
Hazlos, mójalos, compártelos. Y si te preguntan si los has frito, sonríe y cambia de tema. Porque lo importante aquí no es cómo se hacen, sino que están de escándalo. 😋
Nada dice “fin de semana” como unos churros recién hechos acompañados de una taza de chocolate caliente. Pero entre el aceite humeante, el olor a fritanga y el desastre post-cocina, mucha gente termina por rendirse. Afortunadamente, existe un truco de cocina moderna que convierte esta delicia en algo mucho más accesible: la freidora de aire. Sí, has leído bien. Puedes hacer churros dorados, crujientes y sin freír en casa —sin Thermomix, sin complicaciones y sin ensuciar media encimera.
Tanto si eliges la versión exprés con churros congelados como si te animas a preparar tu propia masa en 10 minutos, vas a obtener un desayuno (o merienda) con sabor tradicional y aspecto de cafetería de barrio. Con una textura crujiente por fuera y tierna por dentro, y sin el atracón de aceite que arruina la experiencia postchurro.
6 churros congelados 🧊
1 cucharada de aceite de oliva virgen extra 🫒
Azúcar blanquilla para rebozar 🍚
350 ml de agua 💧
4 g de sal 🧂
250 g de harina de fuerza 🌾 (mejor tamizada)
1 cucharada de aceite de oliva virgen extra 🫒 (para pincelar)
Azúcar blanquilla para espolvorear 🍚
Opcional pero muy recomendable: chocolate espeso para mojar 🍫
Precalienta tu freidora de aire a 200 °C durante 3 minutos.
Mientras, pincela ligeramente los churros congelados con aceite de oliva virgen extra.
Colócalos en la cesta sin apilar ni superponer (así el aire circula bien).
Cocina a 200 °C durante 10 minutos, dándoles la vuelta cuando falten 3 minutos.
Al sacarlos, pásalos por azúcar y sírvelos inmediatamente. Si tienes chocolate, ya estás ganando.
👉 Consejo: si te gustan más oscuros y crujientes, añade 2 minutitos al final.
En un cazo, calienta el agua con la sal a fuego medio hasta que empiece a hervir.
Retira del fuego y añade de golpe toda la harina tamizada. Remueve con una cuchara de madera hasta que la masa esté compacta, lisa y sin grumos.
Deja templar 5 minutos y carga una manga pastelera con boquilla rizada (o una churrera, si tienes).
Sobre una bandeja o papel de horno, forma 6 churros con forma de bastón o espiral.
Pincélalos con aceite para que se doren bien.
Precalienta la freidora de aire a 200 °C. Introduce los churros en la cesta y cocina durante 12–14 minutos, dándoles la vuelta a la mitad.
Sácalos, rebózalos en azúcar mientras estén calientes y sirve sin vergüenza.
Adiós fritanga: sin litros de aceite, sin olores que se quedan tres días.
Textura perfecta sin calorías extra: dorados, ligeros y muy crujientes.
Cero lío: limpiar la freidora de aire es infinitamente más fácil que una sartén grasienta.
Resultado sorprendente: nadie notará que no están fritos.
Y si los haces caseros, puedes incluso darles tu toque: añadir canela al azúcar, usar harina integral o hacer mini churros rellenos (¡sí, eso también funciona!).
Una bandeja de madera rústica con papel encerado, donde se apilan 5–6 churros recién hechos en forma de espiral, con azúcar cayendo desde arriba (capturado en movimiento). Al lado, una taza humeante de chocolate espeso con una cucharita y un churro ya sumergido. Fondo neutro y luz lateral suave, que realce la textura crujiente y el azúcar brillante. Que te den ganas de tocar la pantalla.
La freidora de aire ha democratizado el placer de desayunar churros sin el show de la sartén ni la resaca aceitosa. Tanto si usas churros congelados como si te animas a preparar la masa en casa, el resultado es tan bueno que puedes repetir cada fin de semana sin remordimientos.
Hazlos, mójalos, compártelos. Y si te preguntan si los has frito, sonríe y cambia de tema. Porque lo importante aquí no es cómo se hacen, sino que están de escándalo. 😋
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