Los cannoli sicilianos son uno de esos postres que generan suspiros con solo nombrarlos. Esa mezcla de crema de ricotta suave y una concha crujiente y dorada es capaz de transportar a cualquiera directamente a una pastelería de Palermo. Pero claro, hacerlos en casa implica freír en abundante aceite, algo que no todos queremos. La buena noticia: la freidora de aire llega al rescate, permitiendo disfrutar de este clásico italo-americano con menos grasa, menos lío y sin perder ni un ápice de placer.
Y es que no hablamos de una versión “de compromiso”, sino de un postre que conserva la textura crujiente de las carcasas, un relleno cremoso que roza lo celestial, y un acabado tan elegante que quedará perfecto tanto en una merienda con amigos como en tu feed de Instagram.
Cannoli en freidora de aire
🧀 280 g de ricotta impastata (o ricotta entera bien escurrida)
🧀 280 g de ricotta de leche entera
🍚 100 g de azúcar granulada
🌿 1/2 cucharadita de extracto puro de vainilla
🌰 1/4 cucharadita de canela molida
🧂 1 pizca de sal fina
🍊 1 cucharadita de ralladura de naranja (opcional, pero muy recomendable)
🌾 240 g de harina de trigo común (+ extra para estirar)
🍚 40 g de azúcar granulada
🌰 3/4 cucharadita de canela molida
🧂 3/4 cucharadita de sal fina
🧈 85 g de mantequilla fría sin sal, en cubos
🥚 1 clara de huevo grande
🍷 80 ml de vino blanco seco
🫒 Spray de aceite neutro (o pincelado ligero)
🍫 Mini chips de chocolate o pistachos triturados
❄️ Azúcar glas para espolvorear
En un bol amplio, mezcla las dos ricottas con el azúcar, la vainilla, la canela, la sal y la ralladura de naranja. Bate solo lo justo para que la mezcla quede homogénea y cremosa (1–2 minutos). Cubre con film y guarda en la nevera hasta el momento del relleno.
En otro bol, combina la harina, el azúcar, la canela y la sal. Añade la mantequilla fría y desmenúzala con los dedos hasta lograr una textura arenosa con pequeños grumos. Incorpora la clara y el vino blanco, y mezcla hasta que no quede harina suelta. Forma una bola, envuelve en film y refrigera al menos 45 minutos (o incluso toda la noche, si quieres planificarte mejor).
Estira la masa sobre una superficie ligeramente enharinada hasta dejarla de unos 3 mm de grosor. Corta círculos de unos 12 cm de diámetro, enróllalos sobre moldes de cannoli, pincela el borde con clara de huevo y presiona para sellar.
Precalienta tu freidora de aire a 190 °C. Rocía las carcasas con spray de aceite (o pincela suavemente con un poco de aceite neutro) y colócalas en la cesta dejando espacio entre ellas. Cocina durante 6–8 minutos, hasta que estén doradas y crujientes. Deja enfriar sobre una rejilla antes de desmoldar.
Rellena una manga pastelera con la crema fría de ricotta y distribuye en las conchas desde ambos extremos. Decora los bordes con chips de chocolate o pistachos, y justo antes de servir espolvorea con un poco de azúcar glas. El resultado: un postre que combina tradición, ligereza y espectacularidad en un solo bocado.
La diferencia entre freírlos de manera tradicional y cocinarlos en la freidora de aire no es solo la cantidad de grasa. También es cuestión de comodidad: no hay salpicaduras, no hace falta estar pendiente de la temperatura del aceite y, sobre todo, el sabor de la ricotta y la masa se aprecian con más nitidez al no quedar enmascarados.
Además, es un postre que admite personalización: puedes aromatizar la crema con ralladura de limón, añadir unas gotas de licor como amaretto, o incluso cambiar los pistachos por almendras crocantes. Y si quieres un contraste más goloso, funde chocolate y baña los extremos de las conchas antes de rellenar.
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